¿La “confesión” de Rasmussen invalida nuestro libro?

El chivo expiatorio portada

Recientemente le ha tocado pasar por el “confesionario” a Michael Rasmussen. El danés ha reconocido que tomó sustancias prohibidas durante buena parte de su carrera. Esto nos ha hecho reflexionar sobre la vigencia de nuestro libro El chivo expiatorio: ¿la confesión del Pollo no destruye de hecho su credibilidad? Así lo creen si más no algunos de nuestos amigos y clientes, quienes nos han hecho llegar con mayor o menor delicadeza su decepción por lo que consideran un “engaño”.

Tras reflexionar a fondo sobre la cuestión y hablar con el autor, hemos llegado a la conclusión de que el libro debe permanecer en nuestro catálogo, a pesar de que su trayectoria comercial haya quedado comprometida.

Es cierto que hacia el final del libro Verner Moller parece haber sido “capturado” por su fuente principal (el propio ciclista) y otorga credibilidad a cosas que finalmente se han demostrado falsas; en especial, la versión del Pollo en relación con el affaire austriaco de dopaje. No obstante, el propio Moller dedica un capítulo entero a explicar por qué, según él, Rasmussen era justamente sospechoso de haber tomado productos para mejorar su rendimiento deportivo. El autor no niega su dopaje, al contrario, lo da abiertamente por supuesto.

La tesis del libro no es, por tanto, que Rasmussen sea un chivo expiatorio porque lo castigaron sin haber hecho nada ilegal, sino que lo sancionaron por una infracción que él nunca cometió. En materia de consumo de sustancias no hizo nada diferente a la mayoría de sus rivales, tal y como se ha visto con la “confesión” de Armstrong, y con las que vendrán en los próximos tiempos, y sin embargo fue señalado como víctima propiciatoria y sacrificado en el altar de la pureza para calmar la sed de sangre de los medios de comunicación y de la masa enfurecida.

El chivo expiatorio postula que las instituciones y los organismos que debían velar por la justa y ecuánime aplicación de su propia normativa se la saltaron a la torera porque pensaban que tenían que acabar con Rasmussen a cualquier precio: contra el demonio todo vale. Pero precisamente lo que defiende Moller es que en la lucha contra el dopaje, como en cualquier otro ámbito de un mundo civilizado, no todo vale, y que las normas las deben cumplir también, y en especial, quienes las promulgan y las aplican. Y si no les gustan que las cambien, o que dimitan.

El valor principal de este libro es sobre todo que pone al descubierto el carácter cínico, oportunista y autoritario del gobierno del ciclismo mundial, para desgracia de los cuatro pringados que no pueden o no saben esquivar a tiempo el mecanismo expiatorio. Un mecanismo nuevamente desencadenado, por cierto, a raíz del juicio de la Operación Puerto que se está desarrollando estos días.

Por todas estas razones, El chivo expiatorio continuará en nuestro catálogo, mal que les pese a algunos que desearían hacer una hoguera en la plaza mayor con los pocos ejemplares que nos quedan.

 

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